En su caso concreto, la cuantía de lo que le han robado asciende a más de siete mil euros, porque a esta cantidad ascendía lo que le robaron en 2013, pero es que ahora le han vuelto a robar. M.J. –que prefiere que utilicemos sus iniciales a fin de preservar su intimidad- ha denunciado en varias ocasiones los robos sufridos ante la Guardia Civil, de la que reconoce que “hace su trabajo” pero que están desbordados ante la situación.
No obstante, estos hechos no son nuevos. Ya en noviembre de 2013 se presentó el grupo ROCA –de Robos Campo- de la Guardia Civil, destinado expresamente a vigilar las explotaciones agrícola y evitar los robos en las mismas. Su ámbito de actuación es nacional, con refuerzos en Andalucía y Castilla La Mancha, y su presencia ha facilitado el descenso de las sustracciones, pero éstas se siguen realizando, también en nuestra comarca. Sin ir más lejos, ayer publicamos en esta misma web cómo el grupo ROCA había detenido en Osuna a tres personas de nacionalidad rumana a los que se acusa de haber robado en Estepa y la Sierra Sur más de 46.000 kilos de aceitunas.
Nuestro interlocutor es el responsable de una explotación familiar de olivar y explica que ya hace varios años que los agricultores sufren estos robos, ya sea en el propio campo o bien en las naves donde se guardan los aperos de labranza. En su caso concreto, ha sufrido robos en ambos sitios en el último año; el último, hace dos semanas.
M. J. ha contado a El Digital que en 2013 sufrió el primero de estos robos. ”Cuatro días antes de empezar la campaña de verdeo, entraron en la cochera de mis padres, en pleno centro de La Roda de Andalucía, donde yo tenía los vareadores eléctricos comprados el año anterior y se llevaron, además de los vareadores, las baterías de estos y sus cargadores por un valor total de 7000 euros”, explica. A pesar del destrozo, el agricultor se felicita de que su padre, de 80 años de edad, no escuchara a los ladrones o se encontrara con ellos, pues no sabe qué podría haber pasado. “Puse denuncia en el cuartel de la Guardia Civil y a día de hoy todavía no sé nada”, reconoce M.J.
Pero “no teniendo bastante con el robo de la campaña anterior”, como el mismo agricultor reconoce, hace dos fines de semana, en la madrugada del sábado al domingo, “entraron en el tajo –donde, por cierto, íbamos a acabar la temporada de negra- y se llevaron parte de la cosecha y me hicieron polvo los olivos”, indica M.J. indignado. “Éste es mi caso, pero en mi pueblo, que yo sepa, ya han robado varias veces en esta campaña tanto maquinaria como aceituna, y el mismo fin de semana de mi robo también entraron en otros tajos”, señala el denunciante, que añade que el pasado día 16, que estuvo de nuevo en el cuartel de la Benemérita terminando de denunciar el último robo padecido, presenció la llamada de otro agricultor denunciando hechos similares y supo de otros robos de aceituna y de motores de pozos.
“Sé perfectamente que la Guardia Civil hace su trabajo y que pone ante el juez a los ladrones que pillan, pero el juez está «atado de manos» gracias a los numerosos atenuantes y leyes a su favor que tiene el delincuente, ya sean extranjeros o españoles, de modo que al día siguiente ya están en la calle planeando el próximo «hurto», ya que ellos saben perfectamente lo que es hurto y lo que es robo”, se lamenta M.J. en nuestra entrevista, ya que si la sustracción se considera hurto y no robo, la multa o la pena de cárcel -en caso de haberla- sería menor o inexistente.
En cuanto a los posibles autores de los robos, y siendo éste un asunto peliagudo, el empresario tiene sus sospechas, que apuntan a personas de nacionalidad rumana. “No quiero caer en el racista tópico de «los rumanos», pero las circunstancias así me hacen pensar”, indica, si bien acto seguido añade que durante siete años ha tenido “rumanos trabajando en mi explotación y tengo que decir, que salvo unos casos particulares, estuve muy satisfecho tanto por su trabajo como por su afecto.”
“Antes de la crisis, los empresarios agrícolas teníamos que contratar a rumanos o gente de otros países ya que escaseaba la mano de obra local. En 2013, unos días antes de empezar el verdeo, recibí la llamada de un trabajador rumano pidiéndome dinero por adelantado y, tras discutir por teléfono, me negué a dárselo. Tres días después, me robaron las maquinas. Llamé a los rumanos y les dije que no vinieran más”, explica M.J., que entiende que pudo haber una relación de causa-efecto entre su negativa a dar dinero por adelantado y el robo que sufrió días después.
Sus sospechas se agravan desde el momento en que hace dos semanas, sólo dos días antes de que le robaran por última vez, el empresario afirma haber visto “merodear una furgoneta con otros rumanos cerca del tajo, y así se lo hice saber a la Guardia Civil en la correspondiente denuncia que he puesto.”
“Lo que me indigna es que los ayuntamientos y las fuerzas de seguridad de cualquier pueblo, no sólo del mío, sepan qué coches tienen o donde viven y no hagan nada por echarlos una vez que delinquen, sin nombrar «las compras» que se admiten de aceituna robada sin preguntar la procedencia ni pedir el papel con la autorización de propietario”, comenta M.J. con la impotencia propia del que sabe que será difícil o imposible recuperar lo robado y con el deseo de que, en el futuro, este tipo de robos que tanto daño hacen al campo andaluz finalicen más pronto que tarde y sus autores sean juzgados por sus delitos.