Texto y fotos: Remedios Camero
Como en las dos huelgas anteriores –una general, el 29 de septiembre de 2010 y la otra comarcal, el 14 de abril de 2009- celebradas en los dos últimos años en nuestra comarca, el seguimiento ha sido masivo por parte de la pequeña y mediana empresa –comercios, tiendas, bares, quioscos- y no tanto en los servicios públicos (centros de salud o ayuntamientos, aunque también dependiendo del color político que gobierne en cada pueblo), colegios o institutos, empresas grandes o transportes.
Y al igual que en las dos ocasiones anteriores, la presencia coactiva de piquetes, así como el temor a alguna acción por parte de estos o a enfrentamientos violentos con ellos ha sido la principal motivación del pequeño empresariado y comerciante para no abrir hoy las puertas de su negocio. Según hemos podido constatar en conversaciones con varios de ellos, si hoy permanecían cerrados era por evitar problemas, y no tanto por estar convencidos de la necesidad de una huelga general, independientemente de que los convocantes tengan derecho a convocarla y los trabajadores, por supuesto, a secundarla.
En el caso concreto de Estepa, en la Avenida de Andalucía, principal arteria comercial del municipio, apenas había comercios abiertos, dos o tres a lo sumo. Asimismo, en el polígono industrial Sierra Sur la actividad en apariencia era nula, si bien también nos consta que en la mayoría de las empresas se estaba trabajando aunque a puerta cerrada, también por temor a los mal llamados “piquetes informativos”.
Porque hoy en día, en la sociedad de la comunicación y la información, con tantos medios de comunicación a nuestro alcance, desde la televisión a la radio pasando por supuesto por Internet y el teléfono móvil, llamar informativos a estos piquetes es un puro eufemismo. La denominación de piquetes coactivos o piquetes intimidatorios sería mucho más apropiada.
Así al menos, con coacción e intimidación; obligando y sin respetar la voluntariedad de secundar la huelga, han actuado algunos de los piquetes desplegados en Estepa, enarbolando banderas de un sindicato con más de medio siglo de historia como Comisiones Obreras (CC.OO.), cuya loable acción en pro de los trabajadores no se merece, por supuesto, la triste imagen que sus abanderados dan en la Sierra Sur de Sevilla cada vez que se convoca una huelga general.
Sin entrar a valorar la necesidad de convocar una huelga general ni si está justificada o no, pues no es ése nuestro cometido, sí queremos dejar constancia de la manera en que proceden algunos de estos piquetes, los cuales, por cierto, también están amparados por la Ley y cuya actuación recoge y aprueba nuestra Carta Magna.
Y nos reafirmamos en lo que hemos dicho porque lo hemos presenciado y vivido hoy en primera persona. Hacia las once de la mañana, dos supermercados como DIA y Mercadota permanecían abiertos en Estepa, ejerciendo su derecho al trabajo, tan respetable como el derecho a la huelga. Hacia esa hora, permanecía apostado un nutrido grupo de sindicalistas a las puertas del Mercadona, donde también permanecía una dotación de la Guardia Civil formada por una decena de agentes.
Los piquetes no estaban haciendo honor a su nombre, esto es: no estaban “informando”; como decimos, hoy hay que ser un extraterrestre en España para no saber que había una huelga general y porqué motivo se convocaba. La megafonía repetía constantemente las mismas dos o tres frases; y ninguno de los presentes estaba reunido con los trabajadores explicando por tal o cual motivo la huelga estaba justificada. Estaban obligando a cerrar sin más e impidiendo al público pasar al interior del supermercado para ejercer otro derecho no recogido en la Constitución Española pero igual de respetable: el de gastar nuestro dinero en comprar artículos de alimentación en un establecimiento abierto en horario comercial, un jueves por la mañana para más señas, en un país supuestamente democrático.
Esta acción es precisamente la que se disponía a hacer la que firma este artículo: comprar el pan en Mercadona, dado que el resto de despachos de pan de Estepa estaban cerrados, cuando fui increpada por dos sindicalistas, que se dirigieron a la que suscribe estas líneas de forma agria y desconsiderada, a voces, sin el más mínimo conocimiento de las más elementales reglas de educación y sin tener en cuenta ni siquiera la circunstancia de que iba acompañada por dos niños pequeños, mis hijos, uno de ellos un bebé. Por supuesto, me impidieron el paso al establecimiento, en el cual, y ante la cara de estupor de empleados y encargados, se procedió a echar la persiana y cerrar, entre los aplausos de la veintena de sindicalistas reunidos a sus puertas. De allí, a pie dada la corta distancia que media entre los dos supermercados, se dirigieron a DIA, donde consiguieron lo mismo: un cierre por obligación y no por convicción, “todo un éxito” en nuestra España democrática.
En declaraciones a la Cadena SER Andalucía Centro, el líder sindical, parlamentario andaluz, alcalde de Marinaleda y miembro destacado de Izquierda Unida, Juan Manuel Sánchez Gordillo, que hoy ha estado al frente de los piquetes en Osuna, ha manifestado que “Mercadona obliga a trabajar a sus empleados” en un día como hoy, como forma de explicar el motivo por el que esta gran superficie abría sus puertas hoy tanto en Osuna como en Estepa.
Desconocemos si, efectivamente, los superiores de Mercadona han obligado a sus trabajadores a acudir hoy a su puesto de trabajo, y si así fuera, consideramos que es del todo censurable y denunciable por parte de los trabajadores o, en su defecto, de sus representantes sindicales. Pero queremos decirle desde estas líneas, señor Sánchez Gordillo, que esta mañana, a las puertas del Mercadona estepeño, los únicos que estaban OBLIGANDO a hacer algo en contra de la voluntad eran sus correligionarios: obligando a cerrar, obligando a no pasar, obligando, en suma, a no ejercer el mayor de los derechos: la libertad de hacer lo que uno desee, siempre dentro de un orden.
El representante de UGT en Osuna, también en declaraciones a esta emisora de radio, ha dicho posteriormente y refiriéndose al seguimiento de la huelga en su localidad que “siempre hay dos o tres empresas, como el LIDL o el Mercadona, que dan la lata” en un día de huelga general como hoy. Convendría recordar a este sindicalista que ésta última ha sido una de las pocas empresas españolas que ha sabido crear miles de puestos de trabajo en nuestro país en el último año, y que es, además, una de las empresas cuya dirección y directivos son mejor valorados por sus propios empleados.
Convendría recordar también que hoy por hoy existen en España miles, millones de trabajadores-empresarios como son los autónomos, los cuales regentan la práctica totalidad de los pequeños comercios y tiendas –véase panaderías, pescaderías, comestibles, electrodomésticos, zapaterías, textil, droguerías, carnicerías, bares, tiendas de muebles, confiterías, estancos, mensajerías, pequeñas clínicas médicas, despachos de abogados o dentintas, fruterías, y un largo etcétera- que suelen no abrir sus puertas en jornadas como las de hoy, a los cuales se les priva de ganar un jornal, por usar su misma terminología, que en la mayoría de los casos es el único sueldo que entra en sus casas dado el paro y la crisis que azota a nuestro país, región, provincia y comarca desde hace cuatro años. El temor a un destrozo que luego, por supuesto, tendría que pagar el comerciante, favorece el cierre de negocios que, de otro modo, tal vez no secundarían la huelga con tanta rotundidad, al margen de que haya por supuesto algunos (o muchos) que tal vez también la secunden con convencimiento de lo que hacen.
Por último, convendría informar a estos sindicalistas de ideas trasnochadas, que aún creen que la mayoría de empresarios son ogros feroces que explotan látigo en mano a los trabajadores –cuando hoy en día cualquiera con una buena idea que se monte por su cuenta ya es empresario- que pasar de jornalero a empresario es tan fácil como quedarse en paro y sin subsidio y montar un negocio, abrir una tienda, un quiosco de chucherías, un despacho de comestibles, comprarse un camión, pagar la licencia de un taxi, poner una mercería… Tal vez si algún día, estas personas que hoy increpaban a la que escribe estas líneas por querer comprar el pan en un establecimiento LEGALMENTE Y VOLUNTARIAMENTE ABIERTO se vieran en la tesitura de tener que buscarse la vida de otro modo llegarían a comprender que en nuestra Constitución, promulgada en 1978 y, por tanto, desde hace más de 30 años, el derecho a la huelga y el derecho al trabajo están al mismo nivel, siendo ambos igual de importantes y, por tanto, obligatoriamente igual de respetables.