Texto: Remedios Camero
Fotos: Antonio J. Robles
En el pueblo cordobés de Alcolea está a punto de inaugurarse el nuevo edificio de su Centro de Discapacitados Psíquicos, una obra promovida por la Diputación de Córdoba en la que es, seguramente, la mayor inversión económica que ésta va a realizar en los próximos años. Y en este edificio, nuestra comarca también tiene algo que decir, puesto que uno de los arquitectos autores del proyecto es estepeño. Se trata de Antonio Jesús Robles, que para esta entrevista nos recibe en su estudio de la calle Caldereros número 3 de Estepa, donde trabaja a diario en nuevos proyectos.
Antonio J. Robles explica que en 2004, la Diputación de Córdoba convocó un concurso para la presentación de proyectos de construcción del mencionado inmueble, al que el arquitecto estepeño se presentó junto con el Taller de Arquitectura RICO+ROA (dos compañeros de carrera, José Carlos Rico Córdoba, cordobés, y Jorge Roa Fernández, de Sevilla y profesor de la Escuela Superior de Arquitectura de Sevilla).
Su proyecto ganó el concurso y fue elegido como el mejor de los presentados. La obra comenzó a ejecutarse en 2008 y está siendo realizada por la empresa de construcción cordobesa Urpaca S.L. Su coste de ejecución superará los tres millones y medio de euros. El edificio proyectado por Robles y sus compañeros ha sido reconocido en diferentes ámbitos arquitectónicos como uno de los más novedosos de los que en la actualidad se están construyendo en nuestro país. De hecho, la obra fue mencionada por la web Plataforma Arquitectura –página que analiza la actividad arquitectónica a nivel mundial- como una de las mejores construcciones del año 2011 en todo el mundo.
Su construcción se está haciendo en tres fases y la obra se encuentra ya en la tercera y última, por lo que se espera que la obra finalizará durante este verano. El arquitecto estepeño aclara que la maquinaria e instalaciones del edificio sí quedarán instaladas (calderas, aires acondicionados…), si bien luego su propietaria, la Diputación de Córdoba, habrá de amueblar el edificio, por lo que Robles desconoce cuándo entrará realmente en funcionamiento.
El Centro de Discapacitados Psíquicos de Alcolea contará con tres plantas y se destinará a 30 internos. Su arquitecto lo define como “una pastilla alargada de 150 metros de largo, de la que salen cinco módulos suspendidos en pilares metálicos inclinados.” Estos módulos sobresalientes corresponden a diversas zonas de servicios para los enfermos. Los módulos de los extremos son algo más pequeños que los tres centrales y corresponden al comedor y a la zona de fisioterapia y gimnasia. Por su parte, los tres módulos centrales corresponden a los espacios habitacionales.
Asimismo, los corredores o pasillos complementan los espacios con zonas destinadas a oficinas, tres solarium, área clínica con salas de curas y espera, recepción y parking. También dispone de una zona de usos múltiples que podrá utilizarse para la realización de actividades y talleres, para la celebración de eucaristías y otros usos. Una sala de reuniones, un pequeño bar y una zona destinada al uso por parte de los sindicatos representados entre los trabajadores del centro completan las dependencias de las que dispondrá este edificio.
Antonio J. Robles destaca también la luminosidad del inmueble, pues al estar abiertos los módulos por sus laterales con ventanales amplios, el interior está muy bien iluminado mientras que el lateral que conforma el acceso desde el exterior mostrará la imagen más cerrada del edificio.
La estructura del inmueble ha tenido en cuenta el tipo de personas que harán uso del mismo, proyectado más como residencia habitual que como espacio sanitario, y su planteamiento permite “la utilización del paisaje como articulador de los espacios más importantes”. Asimismo, sus autores tuvieron muy en cuenta la topografía del lugar, con muchos desniveles, pues el edificio se “posa sobre el terreno en pendiente hacia el valle, aprovechando las diferentes cotas a lo largo de sus 150 metros de fachada.” Cabe resaltar también su fácil accesibilidad.
El arquitecto estepeño quiere resaltar, asimismo, el revestimiento de la fachada, que califica como “revolucionario”, pues se están usando unas placas de hormigón polímero de la marca ULMA, de gran tamaño –entre 80 centímetros y un metro con ochenta- y color blanco que en su superficie cuenta con un rayado u ondulado que hace que según su colocación sobre el paramento exterior parezca más blanco o menos e incluso gris en función de la posición del sol. “La tonalidad de las placas van cambiando conforme el sol va moviéndose sobre el edificio, así como según la ubicación del espectador, lo cual hace al edificio muy impresionante”, explica con entusiasmo nuestro interlocutor. Todos los materiales son también de gran calidad, aclara el arquitecto, lo que eleva la naturaleza final del inmueble, para el que se está usando, por ejemplo, alucobond y chapa plegada en la terminación de los módulos.
Antonio J. Robles se siente muy orgulloso de este edificio, y espera verlo materializado muy pronto. Mientras tanto, trabaja en nuevos proyectos, consciente de la repercusión que está teniendo a nivel nacional esta obra arquitectónica novedosa y que lleva la firma de un estepeño.